VAR: el viejo contrato que rompió la FIFA

VAR: el viejo contrato que rompió la FIFA

Columna de opinión del periodista e historiador Esteban Bekerman, sobre el VAR y el daño que la ha hecho a la emoción que tenía el fútbol

Por: Esteban BekermanLunes 15 Ago 2022

 Había una vez un deporte hermoso llamado fútbol. Un deporte tan lindo en su simpleza que, tras popularizarse muy pronto en el territorio británico donde comenzó su práctica regulada en 1863, conquistó como ningún otro a poblaciones de todos los rincones del planeta, generando un enorme número de gente apasionada no sólo por practicarlo sino también por mirarlo, comentarlo y, finalmente, seguir y alentar a un equipo determinado.

Para enamorar a los sectores más populares, ese deporte se tomó unos años más. Concretamente, en el Reino Unido fue en los últimos diez años del Siglo XIX que las clases bajas terminaron de ser ganadas por el amor al fútbol y a un club, mientras que en otros lugares del mundo esa popularización comenzó en los inicios del Siglo XX y terminó de hacer del fútbol el "Deporte Rey" entre mediados y fines de los años 20.

Fue así como aquel "juego de caballeros" surgido en 1863 se convirtió en un fenómeno sin parangón a nivel mundial ya no sólo en lo deportivo, sino también en lo social -por los lazos que obviamente generaba- y en lo cultural, porque juntamente con el amor por el deporte y un equipo comenzó la sed por relatos, saberes y material de todo tipo al respecto.

Curiosamente -o no tanto-, en esos mismos años que le llevó conquistar a los pueblos de gran parte del mundo (desde 1891 con la creación del córner y el punto penal hasta 1930) se introdujeron las modificaciones y agregados a las reglas del fútbol que terminaron de convertirlo en un deporte hermoso.

Tan lindo era el fútbol y lo que generaba a nivel social y cultural -excepción hecha por supuesto de la violencia en las tribunas- que recién en los años 90 la International Board (el órgano dedicado a estudiar y adoptar cambios reglamentarios) decidió incorporar a su Reglamento algunas modificaciones tendientes sobre todo a dar más agilidad y espíritu ofensivo al juego, sin alterarlo en su esencia ni en ningún aspecto que pudiera frenar las pasiones que desataba.

Con la implementación del VAR, en cambio, la FIFA ha dado un paso fatal para los amantes de lo que es el fútbol en tanto fenómeno no sólo deportivo sino también social y cultural, yendo en sentido totalmente opuesto a esa simpleza que desde siempre caracterizó a este deporte y, sobre todo, anestesiando, frustrando y tornando en impaciencia y enojo la mayor emoción que puede deparar un espectáculo futbolístico: el gol.

Al menos en un gran porcentaje de los goles que se marquen, efectivamente, su validación y correspondiente festejo ya no serán más lo que eran cuando bastaba para que se produjeran con que la pelota entrara y el árbitro marcara el centro del campo. Que para eso justamente había un árbitro, es decir alguien con la potestad de decidir arbitrariamente: para que, más allá de sus errores u horrores, se supiera que a su señal los gritos y abrazos podían comenzar.

El VAR, para muchos una solución, para otros una herramienta que hizo del fútbol un deporte aburrido

El VAR, para muchos una solución, para otros una herramienta que hizo del fútbol un deporte aburrido

Ahora, esos gritos y abrazos con amigos, familiares o desconocidos ya nunca serán lo mismo. Habrán perdido su magia quedando frizados durante minutos eternos, y eso cuando no dejen a sus protagonistas directamente frustrados, ridiculizados, desnudos en lo efímero y estúpido de su alegría. Y tampoco serán lo mismo los relatos de esos goles fríos, siempre polémicos, demorados por la ruptura de aquel contrato tácito entre espectador y organizador del juego.

Más allá de lo bien o mal que se lo implemente (porque, como ya se ha visto claramente, ni así garantiza justicia e imparcialidad), eso es básicamente lo que ha logrado la FIFA con la implementación del VAR: romper con su tradición centenaria de propiciar no sólo un espectáculo deportivo, sino también un fenómeno catalizador de emociones, lazos sociales y cultura. ¿Por el bien del juego? Hmmm...

Esteban Bekerman: Periodista, docente de Historia del Fútbol y director de Entre Tiempos (entretiempos.com.ar)

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