El entrenador de River, Marcelo Gallardo, vive un presente dulce en el Millonario. Todavía da vueltas por el Monumental la alegría de la última Copa Libertadores y todos los logros alcanzados por el DT que poco a poco trepó al podio de los ídolos riverplatenses.
De su día a día como entrenador habló con Conmebol Libertadores, de encontrar los límites y de hasta dónde llega el trabajo :
"Ser entrenador me atrapa como el primer día. Me genera ilusiones de poder seguir aprendiendo. Ir resolviendo situaciones. Ir encontrando respuestas. Si vos le sumas esa calidad de vocación que uno encuentra en esta profesión, termina siendo un callejón sin salida porque, digo siempre, entrenador se es las 24 horas del día. Uno no deja de pensar, no deja de evaluar situaciones, no deja de analizar cuestiones que tienen que ver con la relación del fútbol con las decisiones. Eso a mí me sigue atrapando".
También habló de sobre cómo ve el fútbol en la actualidad y de su experiencia como jugador:
"Yo era un jugador clásico de cualidades técnicas, con visión del juego, pero sabía que para imponer condiciones tenía que correr. Yo no podía quedarme solo con eso por tener buena capacidad técnica y tener buena lectura del juego. Si no corría, era imposible que jugara. Hoy el fútbol es eso: saber jugar, saber interpretar, ser bueno físicamente. Ahí está la base de un buen equipo. Tener esas cualidades".
Y, finalmente, dio una lección de la humildad con la que hay que manejar un equipo más allá de las grandes victorias:
"La mejor medicina a una buena victoria es una derrota. Ese es el antídoto. Y nosotros tenemos que convivir todo el tiempo con el ganar y con el perder. Porque está dentro de las reglas del juego. Uno no gana siempre. El que cree que gana siempre no existe".