"Había un ejercicio que era un uno contra uno, puro y duro. Un jugador empezaba conduciendo el balón y otro salía desde la portería, para enfrentarse y defender bien, mientras el portero estaba en el arco. Yo de pequeño pegaba bastaste, no sé por qué.
Se me acercó el entrenador y me dice: ‘a este tienes que darle duro'. Y bueno, viene conduciendo bien rápido y yo me empiezo a poner un poco nervioso porque veía que era muy rápido. Pero seguía confiado. Luego me hizo el típico amague suyo. Yo me caigo al suelo y me quede mirando cómo diciendo ‘qué es esto'.
A partir de ahí no le dije nada al entrenador y cambié de pareja. Hacía de cuenta que me estaba atando las botas bien y hacía pasar a otro. Yo no quería quedar en ridículo otra vez".
Cesc Fábregas, sobre Messi.